Durante el pasado siglo XX los seres humanos evolucionaron
de manera veloz en lo referente a los modos de transportarse.
En menos de tres décadas los vehículos de
tracción animal dieron paso a los automóviles
de motor de combustión, lo cual trajo consigo el
gigantesco consumo planetario de gasolina y otros derivados
del petróleo, así como la propagación
de carreteras y vías de todo tipo destinadas a
la circulación de los automotores.
Contaminación atmosférica y calentamiento
del planeta, debido a las emisiones de los vehículos,
y destrucción de zonas naturales para la expansión
de la vías de circulación, son los principales
efectos negativos que ha traído consigo el advenimiento
de la era del automóvil. ¿Es posible entonces
desarrollar sistemas de transporte limpio o ecológico
que hagan compatible la movilización de las personas
y la preservación del medio ambiente?
Según el prestigioso Instituto Tecnológico
de Massachussets (MIT), el desarrollo de un transporte
limpio y ambiental depende de la adopción de soluciones
relacionadas con los siguientes temas puntuales:
- Fortalecer y reorientar el servicio de transporte público.
- Mejorar la infraestructura vial.
- Reducir las emisiones de los vehículos.
Paralelamente, la industria automotriz viene desarrollando
nuevos tipos de vehículos (el automóvil
del futuro) que no dependan, totalmente, del consumo de
combustibles fósiles. Algunas de estas propuestas
son:
- Vehículos de emisión cero o ultra baja
emisión.
- Vehículos híbridos.
- Vehículos eléctricos.
- Transportes ultraligeros.
Por otra parte, los ambientalistas más ortodoxos
y los partidos verdes europeos apoyan decididamente el
empleo de la bicicleta, medio de transporte de baja intensidad
energética, dentro del caso urbano de las ciudades
(siempre y cuando existan carriles destinados para este
fin) y en trayectos cortos por fuera de ellas, como una
manera eficaz de reducir el impacto del automóvil.
Asimismo, la Organización Latinoamericana de Energía
recomienda estimular la utilización de combustibles
más limpios como el gas natural o los llamados
biocombustibles: metanol y etanol, con el consecuente
aprovechamiento de los grandes recursos gasíferos
y agrícolas de diversos países de la región.
Sea cuales fueren las medidas tomadas para lograr un
transporte limpio o ecológicamente sostenible estas
deben ser aplicadas a corto y mediano plazo, ya que las
cifras demuestran la urgencia de la situación.
A este respecto la revista World Watch, del World Watch
Institute, uno de los think tank ambientales más
importantes del mundo, revela que anualmente las emisiones
del sector transporte alcanzan los 300 millones de toneladas
de dióxido de carbono, 120 millones de toneladas
de monóxido de carbono, 35 millones de óxidos
de nitrógeno, 25 millones de hidrocarburos, 9 millones
de partículas y tres millones y medio de toneladas
de óxidos de azufre con los consiguientes efectos
del alteración medioambiental, como son el cambio
climático, y a la destrucción de la capa
de ozono, debido a la utilización de clorofluorocarbonos
(CFCs) en las espumas de los asientos y en los sistemas
de acondicionamiento de aire del parque actual o sus sustitutos
(HCFC, HFC).
A lo anterior hay que agregarle la ocupación del
terreno, la intervención de los ecosistemas y la
transformación del paisaje para el trazado de carreteras
y autopistas. El 2% del territorio de Estados Unidos está
ocupado por el automóvil (carreteras, calles, aparcamientos),
y en los 15 países de la Comunidad Europea sólo
la red vial ocupa 40.000 kilómetros cuadrados.
En el caso de España, por ejemplo, 7.200 kilómetros
cuadrados están ocupados por carreteras, calles,
aparcamientos, estaciones y aeropuertos.
Si el crecimiento del parque automotor mundial continuase
a razón de 10 millones de turismos y de 5 millones
de autobuses y camiones cada año, el número
de vehículos llegaría a 1.000 millones en
el año 2030, lo que, a juicio de los ecologistas
desencadenaría una crisis energética y ambiental
prácticamente irreversible.
En esta sección de Transporte limpio de ECOESTRATEGIA
daremos a conocer las propuestas ecológicas planteadas
tanto por el sector privado como por las instituciones
gubernamentales y las ONGs, para dar solución a
los problemas del transporte actual y lograr así
poner en marcha nuevas formas de movilización acordes
con el desarrollo sostenible.
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